Los lenguajes figurativo y abstracto colaboran estrechamente aquí, consiguiendo que no haya contradicción entre significado (el tema del cuadro) y el signo (las soluciones plásticas adoptadas). Así, los diversos elementos que componen este dibujo, además de tener una función representativa (que pone ante nuestros ojos la imagen casi viva de una niña, con su candor y su lozanía) tienen también una función significante (que nos habla por medio de analogías o comparaciones internas, de relaciones dentro del dibujo: líneas verticales, horizontales, oblicuas; líneas que se imitan y son paralelas, o que conservan cierta semejanza; líneas que remiten nuestra mirada a puntos importantes de la figura y los realzan…).
Esta estructura resultante es configuradora de la unidad de la nueva criatura artística ―este dibujo― y materialización de ideas y emociones que se comunican al espectador.