En este cuadro, pequeña representación de la naturaleza, una mujer y una selección del mundo vegetal y del inerte son los únicos seres pintados. La jerarquía ontológica de estos seres es significada en el cuadro de un modo bien patente: por la centralidad de la mujer en la superficie de esta pintura; por la disposición simétrica de los troncos de los árboles alrededor del tronco o torso de la mujer, en la mitad superior del cuadro; por la fusión de las copas de los árboles formando un techo o dosel de la mujer; porque la mitad inferior del cuadro es el lugar asignado a las extremidades inferiores de la mujer y a una naturaleza inerte y vegetal que se comporta como el asiento y el suelo de la mujer.
Asimismo, toda la figura de la mujer parece una irradiación procedente del vértice que es la cabeza (cf. el análisis geométrico de este cuadro). A la mente humana, por medio de las facultades superiores como la inteligencia y la voluntad, le compete el gobierno de toda la conducta interna y externa del individuo.
Aquí se ha significado la dignidad del ser humano, cumbre del universo, en una mujer de rasgos helénicos y atuendo clásico. Esta solución plástica concuerda con las características simbólicas de este cuadro, que nos remite a una realidad intemporal que se cumple generación tras generación, y a través de los ciclos periódicos de la naturaleza vegetal. Es evidente que el tema de este cuadro va mucho más allá de la mera representación anecdótica o “pintoresca”.
Igual dignidad tiene el hombre que la mujer; pero las diferencias naturales ―de índole física y psicológica― entre ellos permiten asociar metafóricamente la mujer al mundo vegetal, y al hombre con el mundo animal. Ella, como la flor, enriquece el mundo con su gracia y belleza, en contraste con el varón, que se significa más por sus fines útiles, por su trabajo.
Como puede verse, en este cuadro se han atenuado los contrastes, evitándose así la impresión de que se hubiese pretendido reproducir ―sin más― una escena exterior; se enfatiza, pues, el efecto de pintura; o sea, de la coloración de una superficie plana. Los colores particulares de los distintos objetos o elementos representados surgen como derivados de un solo color básico común ―o por contraste respecto a él―; de tal manera que ese color base inunda y se hace presente en todo el cuadro, análogamente a como un bajo continuo soporta armónicamente las distintas voces en la música contrapuntística.