En la zona superior del cuadro, la pincelada es descriptiva y táctil, como pegada a la superficie de los edificios representados o como si fuese el resultado de palpar los objetos sólidos.
En la zona inferior, la pincelada es necesariamente intuitiva e interpretativa, y trata de sugerir los reflejos de las casas en el agua, así como los ligeros movimientos de ésta.
El contraste de tratamientos de una y otra zona es compatible con la unidad del cuadro y, al tiempo, enfatiza la solidez y quietud del conjunto superior, y la acuosidad del medio inferior.
Ayudan también a la diferenciación de ámbitos los colores: terrosos y más cálidos en las casas; tonos fríos en el mar y en el cielo, si bien coexisten ambos en el agua ―debido a los reflejos de los edificios y a los reflejos del cielo― y algo también en el cielo, porque las nubes se tiñen de ocre.