Aunque este conjunto de casas no abarque la totalidad de las que constituyen el frente del puerto orientado al oeste (como consecuencia de esta orientación recibe la luz anaranjada del poniente), su configuración simétrica con perfil de loma, así como su reflejo de contorno curvo en el agua, son símbolo de plenitud; en esta representación parcial del puerto, circunscrita necesariamente a los límites de un cuadro, se significa el todo y se trasciende la anécdota y el pintoresquismo.
Su frontalidad ante el espectador le confiere monumentalidad y ―casi diríamos― el énfasis y la humanidad de un retrato.