No sólo el diseño geométrico de los elementos del cuadro, sino también el color, huyen de una imagen "pintoresca" y costumbrista. Se atenúan los contrastes; se evita así la impresión de que se hubiese pretendido reproducir ―sin más― una escena exterior; se enfatiza, pues, el efecto de pintura; o sea, de la coloración de una superficie plana. Los colores particulares de los distintos objetos representados surgen como derivados de un solo color básico común, que inunda y se hace presente en todo el cuadro.
Si en la obra anterior de esta serie, Formas de barco (III), la forma total del cuadro resultaba de la suma de las formas diversas aportadas por cada uno de los elementos representados, aquí, por el contrario, en Formas de barco (IV) los contornos de las barcas se ordenan según las necesidades compositivas y han sido diseñados como variaciones de un mismo tema. El color de las mismas puede recordar al del hierro oxidado. Adquieren así estos objetos una presencia volumétrica fuerte, de carácter escultórico; lejos, por tanto, de una mera representación anecdótica o accidental.