Al escritor Juan Manuel de Prada pertenecen las consideraciones siguientes:
«Para que el entretenimiento del Occidente neopagano no decaiga (ya se sabe que los gustos estragados por el vicio demandan variedad), los secuaces del Estado Islámico se han filmado ahora derribando de sus pedestales estatuas asirias del museo de Mosul, que a continuación martillean con saña, hasta reducirlas a añicos. Un espectador despistado podría confundir el vídeo de marras con una performance oligofrénica de Joseph Beuys, o de cualquiera de esos truhanes que exponen su morralla en esa feria de la pacotilla llamada ARCO, para pasmo de acomplejados y esnobs.
»La iconoclasia bárbara de los islamistas, al fin y a la postre, no se distingue demasiado de la iconoclasia refinadita del Occidente neopagano, que lleva siglos destruyendo arte con diversas coartadas estéticas, ideológicas, filantrópicas o incluso religiosas, disfraces buenistas con los que encubre el odio a la Belleza y, en último término, a Quien la creó, sembrando su semilla en nuestras almas.
»La evolución del “arte contemporáneo” fetén, cuyo propósito último no es otro sino vituperar, escupir, defecar sobre la Belleza, hasta borrar su huella de nuestras almas, cumpliendo aquel desiderátum de Ivywood, el protagonista de La taberna errante [novela de G. K. Chesterton], que predicaba que el arte debía “romper todas las barreras”, hasta dejar de mostrar formas reconocibles, hasta fundirse en la pura nada, hasta anegarnos en su vómito, para negar más plenamente la labor del Creador.
»En esta labor iconoclasta, como en la persecución religiosa, los secuaces del Estado Islámico y el Occidente neopagano van de la mano: a uno le corresponde hacerlo del modo más truculento; al otro, de un modo mucho más fino y taimado. Ambos, como la Bestia de la Tierra y la Bestia del Mar, caminan juntitos, haciéndose caricias y arrumacos, bajo la mirada complacida (¡enternecida!) del Nuevo Orden Mundial».
Juan Manuel de Prada, Iconoclastas (artículo de ABC, 28-2-2015).