Las flores se extienden en diagonal desde el primer término, abajo a la izquierda, hasta el extremo superior derecho. El niño es incapaz de abarcar esta inmensidad de dones (como nos sucede a todos, ante la inmensidad del universo), se limita a unas pocas flores de su pequeño entorno, selecciona un ramillete de ellas y lo hace con actitud agradecida…
Con todo, pese a sus limitaciones, los inocentes siempre tienen algo que decir a los sabios. “La única educación eterna es ésta: estar lo bastante seguro de una cosa para explicársela a un niño. El sabio intenta asomar su cabeza al cielo; el racionalista pretende meter el cielo en su cabeza” (Gilbert Keith Chesterton).
“No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela”. “Tener el conocimiento y el sentimiento de que lo que es impenetrable para nosotros realmente existe, que se manifiesta en la suprema sabiduría y en la más radiante belleza que nuestras torpes facultades sólo pueden comprender en sus formas más primitivas, está en el centro de toda verdadera religiosidad” (Albert Einstein).