Las desproporciones intencionadas o, lo que es lo mismo, la modificación de las proporciones naturales, se aplican aquí con una finalidad expresiva.
En efecto, la distancia grande que separa la pequeña cabeza de las grandes manos, así como la centralidad de éstas dentro del cuadro, refleja el influjo lejano de la mente y el predominio de las segundas en esta clase de actividad, el trabajo manual.
También ese fondo que envuelve a la figura humana constituye todo un campo expresivo del trabajo manual, dejando bien a las claras que es pintura hecha a mano y pincel, que cubre la superficie en forma de delgadas e irregulares capas de color —casi como si fueran veladuras—, e incluso se advierte cómo la pintura líquida discurre y chorrea.
Cf. el comentario de los cuadros El trabajo del artífice (I), El músico, Orden musical.